viernes, 16 de marzo de 2012

Y tú, ¿te rentas?

Estaba desayunando en la cafetería de un cliente; había llegado temprano a mi cita y tenía tiempo para comer algo y tomar un café. De pronto escucho la siguiente frase: -Ay amiga, acuérdate que yo "me rento" para esta empresa. A mí que no me pidan más de lo que ya hago-. La comida se me revolvió en el estómago y el aromático café que estaba tomando comenzó a saberme insípido.
Es cierto que en esta empresa, como en muchas de nuestro país, se requiere un cambio de cultura. Es cierto que más del 60% de los trabajadores (en las empresas en general) se quejan de la capacidad profesional de sus jefes; sin embargo, es cierto también que los trabajadores deben poner de su parte, no toda la culpa es del jefe o del patrón.
Entre algunos jóvenes es frecuente decir, al momento de aceptar una nueva chamba, que "se rentan" para esa empresa. No hay peor frase que me revuelva el estómago y me provoque náuseas como la de "yo me rento en este trabajo"; un objeto, cuando es de tu propiedad lo puedes rentar, pero ¿una persona se renta?
Si nos vamos al diccionario rentar es la enajenación de un bien durante un tiempo determinado, la renta produce un beneficio normalmente económico; renta también es sinónimo del salario que recibe un trabajador, de hecho ese es el origen del ISR -Impuesto Sobre la Renta- pero a pesar de todo ello, una persona no se renta.
Desde mi perspectiva una persona TOMA LA DECISIÓN de contratarse en cierto empleo, al tomar la decisión acepta las condiciones pactadas, sueldo, horario, actividades, prestaciones, etcétera. Al tomar la decisión también se comprometen a ayudar a esa empresa a lograr resultados, generar valor, cuidar los bienes y recursos que le proporcionen para trabajar, aportar sus conocimientos en beneficio de ese negocio, de los clientes, a aprender más, trabajar en equipo, prestar un servicio; pero insisto, decide hacerlo pues considera que es una buena opción y la prefiere por sobre cualquier otra, algunas veces la de estar sin empleo.
La empresa también se compromete con el trabajador: darle un trato digno, pagar puntualmente, respetar los acuerdos, ofrecerle las mejores condiciones posibles, así como a capacitarlo y proporcionarle los medios y recursos para hacer su trabajo. Ambos deben lograr un crecimiento (económico o profesional) como resultado de esta asociación, ambos deben salir ganando.
Esto no significa de ninguna manera que el trabajador sea un mártir y por ende acepte cualquier tipo de trato o maltrato; tampoco que la empresa, patrón o jefe abuse de las personas que emplea; es un contrato donde los beneficios son para ambos.
Es muy distinto responsabilizarte de tus actos, prepararte y tomar las decisiones que más te convengan a vivir pensando que eres un mártir, el cual no puede hacer nada más por su empresa; ¿Suena diferente verdad?
Alfredo Garay

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