viernes, 9 de marzo de 2012

Prejuicios Laborales

A Angélica Sánchez la conocí el año pasado, llegó a mi oficina recomendada por otro amigo que tenemos en común, la entrevisté para un puesto de investigadora que estaba reclutando; algo pasó en el camino que nos caímos bien, nos dimos confianza; al final mi cliente terminó contratándola y ella y yo terminamos siendo amigos.
El otro día nos fuimos a tomar un café, como suele suceder cuando dos amigos se reúnen para platicar se abordan muchos temas, de pronto llegamos a los temas laborales (Nueva Chamba siempre presente) cuando ella me dice la frase "prejuicios laborales" - te has fijado que las empresas suelen tenerlos, me pregunta, y claro que los tienen.
En una ocasión empecé a tener problemas para cubrir un Contador General en una empresa, algo que de origen parecía muy sencillo: contabilidad, facturación, cobranza, cuentas por pagar, nómina, presupuestos y un poco de impuestos. Sin embargo todas las personas que estábamos mandando eran rechazadas, le comenté a Angélica.
La verdad no sabia lo que sucedía por lo que solicité una reunión para revisar el perfil y conocer lo que no estábamos cubriendo. Mi cliente amablemente me recibió en su oficina y empezamos a revisar uno a uno los candidatos enviados. Casualmente todos reunían una misma característica, que ni si quiera se había pactado con él, pero esa era la causa de no aceptarlos. Una de ellas era madre soltera, la otra era divorciada con una hija, uno más era soltero mayor de 35 años y dos más eran jóvenes hijos de padres divorciados. ¿Cuál era el motivo de rechazo?, por alguna razón que nunca supe mi cliente no podía contratar a alguien que no tuviera, desde su perspectiva, sólidas bases familiares, argumentando que no confiaba en personas así, llegando a mencionar que ese tipo de gente seguramente serían rateros. Para este momento de la conversación Angélica tenía los ojos tan abiertos que le ofrecí un poco del pastel de chocolate que yo estaba comiendo para calmarla.
Lamentablemente la historia es verdad, seguí platicando con ella, ninguno fue evaluado desde el punto de vista técnico, o basándose en su experiencia profesional, a todos ellos los descalificaban, de una u otra forma sus antecedentes familiares. Que hiciste, me preguntó Angélica.
Tomé la decisión más difícil que hasta ese momento me había enfrentado, decidí abandonar la cuenta. Mis motivos eran muy sencillos, en mi oficina trabajaban conmigo Sandy y Paty, la primera madre soltera y la segunda divorciada con dos hijas; si los candidatos enviados no le generaban ninguna confianza al cliente me di cuenta que iba a ser imposible que, las personas que trabajaban para mi desde mi oficina, cubrieran sus expectativas.
La confianza es uno de los pilares más importantes para desarrollar un adecuado liderazgo en las empresas, cuando existe es posible exponenciar los resultados organizacionales (negocio), cuando se carece de ella se convierte en un yugo que a mediano y largo plazo siempre va a provocar otros males, por ejemplo: te equivocas, entonces te castigo fuertemente. Pocas empresas - y por ende muy pocos jefes, se dan cuenta de lo importante que es. Si mi cliente no confiaba en la gente que estábamos enviando tarde o temprano iba a empezar a desconfiar de mi propio equipo de trabajo.
Angélica concluye, es vital que las empresas piensen en el largo plazo, estamos inmersos en una cultura donde solo valoramos lo inmediato y tal vez es el momento de aprender a evaluar a las personas no por su pasado, sino por la capacidad que tienen de trabajar y poder dar resultados. ¿Y tu que concluyes?.
Alfredo Garay Morillo
Coach para la búsqueda de empleo
@alfgaraym

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