viernes, 9 de marzo de 2012

Del otro lado del campo

Siempre es interesante saber cómo observa el “candidato” al “reclutador”, o sea a la persona que lo está entrevistando. Abusando de la confianza que tengo con Angélica Sánchez, ahora le pedí que describiera cómo ha sido su experiencia en este tema, cabe señalar que cada quién habla como le va en la feria; aquí encontrarás sus comentarios.
Conocí a Alfredo Garay cuando comenzó a entrevistarme en sus oficinas de Reforma, llegué al edificio que está casi pegado a Reforma 222, iba bien arreglada y con mi CV en mano por si el ‘Head Hunter’ se le había olvidado imprimirlo o ubicarlo en medio de tantas entrevistas que tendría para ese día.
La persona que me había llamado parecía amable y simpática de voz, sin embargo, había decidido ir con un cierto grado de reserva, pues esa era casi la cuarta entrevista de aquel semestre en el que descubrí que lo mío era trabajar para una empresa, por lo que estaba dispuesta a conseguirlo.
Al llegar a la cita, me recibió cortésmente, me invitó a una sala de juntas y un café, mismo que esta vez acepté; comenzó por preguntarme sobre el recorrido que había hecho de mi casa a su oficina, yo siempre tan seria y profesional respondía con prudencia; me hizo un par de preguntas más y sin darme cuenta, estaba ya hablando sin mayor reserva, sin temor a decir algo que no hubiera querido mostrar, incluso fácilmente pude hablar de los motivos de separación de cada uno de los lugares en los que había pisado terreno laboral, tanto de renuncia como de liquidación.
Me tocó mi turno, abrió un espacio para mí, el de tener acceso a la información del puesto, lugar de trabajo y jefe. Hice las preguntas claras y necesarias: sueldo, prestaciones, horarios de trabajo, etc. a lo que él respondió detalládamente. Me parecía atractiva la oferta y la pregunta millonaria estaba por asomarse: ¿de qué empresa se trata? a lo que nuevamente respondió sin rodeos.
No pude evitar decir que le estaba agradecida por su atenta escucha, comprensión y honestidad, pues no había recibido ese trato en mis últimas entrevistas laborales. En otras ocasiones, desde la llamada se siente el tono de - te hago el favor de hablarte - o aparece el juego del amo y el esclavo:
Ellos: sobre evalúan la apariencia, señalan las faltas y errores, apuntan lo que les salta a la vista, definen el sí o el no.
Nosotros, los de este lado del campo, a veces nos llaman, perfiles, para otros somos un puño de habilidades o competencias, si bien, varios llegan a nuestro nombre y algunos nos llaman con todo y apellido desde la primera llamada hasta la última.
Dudamos en preguntar, tenemos miedo de decir que no nos interesa esa opción laboral, callamos lo que pueda parecer malo a los ojos de quien decide nuestro futuro próximo o hasta de largo plazo.
Eso es lo que hizo diferente mi entrevista con Alfredo, la mayoría de los reclutadores que me habían entrevistado no alcanzan a ver las consecuencias o resultados que este juego conlleva: malas decisiones, para ambos lados del campo, un reclutador que no puede confiar de un discurso, habilidades y competencias descritas por el entrevistado y un candidato que con incertidumbre dice que sí, frente al deseo de comenzar a trabajar. Ambos, no saben si el trabajo sea el más óptimo para los tres (head hunter, candidato, empresa).
La conclusión es: Observemos el largo plazo, evitemos el sabotaje, el mal sabor de boca y situaciones de poder, apostemos por un trato horizontal, de tú a tú, ese que abre más fácil las puertas para saber y dar mayor certeza, sin rodeos, sin trampas, para ambos lados del campo.
Alfredo Garay Morillo
Coach para la búsqueda de empleo
@alfgaraym

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